jueves, 27 de agosto de 2009

El valor de la pimienta

Entre cabezas dobladas rotas, pensantes hileras de cabezas lavadas, calvas sucias cabezas; recorro nociones aritméticas, geométricas, patéticas y frígidas. Nociones indígenas y mediáticas que avergüenzan la mística de la mágica.
Son muchas, las nociones repetidas, vividas, aburridas, representadas, noveladas y creídas. Muchas las cabezas cortadas, sacrificadas, vendidas, consumidas, con las mismas nociones de la vida perdida.
A ratos encuentro resquicios, me escabullo, husmeo en busca de algo de oxigenante novedad. Paseo -esto sí es un paseo- por la misma cima de las barreras, las medidas, los límites, las fronteras y más allá; donde perdemos el azul, el color, el lugar, el estar. Vuelo, me recuerdo y siempre me olvido. Todo nuevo y frágil y robusto y de siempre y certeza de vida, antes-durante-y-después de la muerte… Uhf! mucho calor de eternidad.
Pero no dura, me gusta y no dura… toda mi historia, mis historias, futuras y pasadas todas, juntas en un solo instante de esta existencia prolongada, a fuerza de tiempo, maldito y sublime tiempo. Casi pude comprender todo en un instante. Pero siempre regresa la pesada sensación de estoy-contigo-o-sin-ti de dame-para-darte, de-hoy-por-mí-y-mañana-por-si-acaso, de no-matarás-salvo-en-mi- nombre. Toda esa actitud medio real, medio débil, medio cuerda, mediotizada, mediocre, me acongoja…
Miro la cabezas disímiles, espásticas, subútiles; en hileras cargadas de las mismas, idénticas periféricas, insustanciales, anagráficas, bobálicas nociones… sabiendo que no valen la frescura y el misterio, de un solo grano de pimienta recién molida.

1 comentario:

Alicia C Pérez E dijo...

Dunas tiene pimienta. no creen? :)