viernes, 26 de octubre de 2007

Busco una anti-pareja

Alguien que me trate de la mejor manera en que me podría tratar a mí mismo (y viceversa).

Siento que sólo puedo hablar de estas cosas en privado. Es por eso que lo escribo aquí, en el rincón más solo del universo, para publicarlo en el periódico menos leído de la galaxia. Y es que necesito hacer un pedido muy especial, que está fuera de los estándares aceptados, de las expectativas mayoritarias, de las leyes humanas y de la auto-importancia del ego. Estoy buscando una anti-pareja… Creo que dicho así, toda la idea puede resultar un poco confusa. Pero nada es más socorrido que unos cuantos párrafos para esclarecer las ideas.

El asunto central es que usualmente pasamos la vida buscando pareja, pero en muy pocas ocasiones –no sin notables y hasta heroicos esfuerzos de una o las dos partes- la pareja logra pasar la inquebrantable prueba del tiempo. Es que por más que uno diga que no le interesa eso de hasta que la muerte nos separe, en realidad cada ruptura de pareja, es siempre una perdida y un gran desafío emocional. Eso sin hablar de los cortes de presupuesto, cambios de vivienda, reordenamiento de las relaciones amistosas, cambios de horario, visitas guiadas y mucho más.

Siendo este el caso y habiendo pasado yo por esta experiencia en más de una ocasión, decidí protegerme un poco, esconderme podría decirse, para observar los toros desde la barrera y ver si, desde afuera, lograba alguna conclusión provechosa para mis relaciones futuras.

Lo primero que noté es que, para el común de los mortales, no hay manera de sostener una relación de pareja en el tiempo, sin que caiga en el aburrimiento, la rutina y el conformismo. Eso es especialmente cierto mientras más serio se hayan tomado el asunto, es decir: matrimonio, hijos, planes de HCM, carro familiar, casita bonita, el ahorro para los estudios de los muchachos, seguro de vida, vacaciones por resort y demás accesorios.

Lo siguiente que noté es que el principal anhelo de una pareja es completarse a través del otro. Si soy una persona poco emprendedora, pero reconozco el valor de ser emprendedor, seguramente voy a elegir a una persona emprendedora para suplir mi carencia. Del mismo modo, es posible que esa persona me elija porque soy ecuánime y ella no lo es. Siendo así, puedo sentirme completo con esa relación, ya que está cubriendo mis vacíos y viceversa. Sin embargo, cuando acaba la relación, la sensación de completitud desaparece y se siente como si te hubieran arrancado un órgano sin anestesia. Los verdaderos motivadores que unen a la pareja permanecen ocultos en la mayoría de los casos, nublados quizás por el agridulce velo del enamoramiento. Esto impide el desarrollo de las propias facultades, a la sombra de las habilidades de la contraparte.

Lo otro que noté es que las relaciones de pareja se basan en expectativas. Es irónico, porque generalmente las expectativas que tenemos de alguien nunca coinciden con lo que es en realidad. Tomamos algunos rasgos de la persona y comenzamos a tejer un personaje, olvidando que se trata de un ser real, distinto de nuestra imagen mental. Cuando algo nos recuerda esta diferencia, nos sentimos muy incómodos y tendemos a arremeter contra la otra persona porque ¿cómo se le ocurre no ser exactamente como yo esperaba que fuera?

Otro asunto que me sorprendió es que las personas comienzan a generar demandas y exigencias adicionales, que nada tienen que ver con el amor. Se imponen responsabilidades y roles sociales obligatorios, que no son sino extensiones comerciales impuestas por la costumbre, que deforman el amor y lo destruyen. Esto se presenta también en forma de velado chantaje, cuando cada parte comienza a imponer condiciones para ofrecer sus favores sexuales, monetarios, de tiempo, afectivos, etc.

Todo esto -y otras cosas más que callo- me hicieron ver la realidad de las llamadas relaciones amorosas. Dos personas se atraen en virtud de unos pocos factores conocidos y un mar de factores desconocidos. Inocentemente atraídos, se juntan. Hacen su mejor esfuerzo por acomodarse a lo que se espera de ellos, a lo que han hecho sus antecesores, sus vecinos, sus amigos… Ahí, comienzan a desaparecer, a desintegrarse, a caer en el letargo, el sopor y la inercia de la vida. Consciente o inconscientemente comienzan a conspirar uno contra el otro creyendo que son su mayor enemigo. Algunos lo soportan todo dolorosamente, tal vez en virtud de alguna clase de recompensa que desconozco, pero la mayoría sucumbe. Ocurre entonces que uno se desconecta del otro, en un último intento por recordar quien fue. A veces lo logra, sólo para recaer en un drama similar con un guión aparentemente distinto. Al otro, adolorido, carente de fuerzas para reinventarse, sólo le resta el dolor, el resentimiento y la ira que proviene del temor. Le han arrancado una función que le completaba, que le hacía ver como alguien entero. Ahora la carencia es mayor y las fuerzas parecen no alcanzarle para volver a empezar. No hay identidad.

La búsqueda de pareja tiene su origen en la carencia de amor, en el sentido de vacío interno, que intentamos llenar con el otro. Sin embargo, mucho se ha visto lo solo que se puede estar al lado de la pareja, la familia, los amigos y colegas. La dirección real de la búsqueda no es hacia afuera. La sensación de estar completo viene de adentro, de tu propia aceptación, del gusto de estar a solas contigo llenando todo el espacio con tu presencia, con tu consciencia de observador. Esa es nuestra condición de buda. Es un anhelo que puede tomar más o menos tiempo alcanzar –más o menos vidas. Pero mientras llegamos ahí, ¿por qué no intentar otro tipo de relación que apoye el proceso de aceptación y reconocimiento personal de cada uno de los involucrados, sin el lastre y las complicaciones que te apartan de tu sendero personal? La respuesta está en la anti-pareja.

Una anti-pareja es alguien que ama la existencia o está en vías de amarla incondicionalmente. Alguien así nunca dejará de amarte, ya que eres parte de la existencia, nunca dudarás de su amor y no necesitarás demostraciones para saberte amado.

La anti-pareja es una persona divertida. La alegría es parte de la esencia de la vida y es un resultado directo del amor. Esto no quiere decir que no pueda experimentar tristeza u otra emoción. Pero la alegría de vivir debe estar presente, de otro modo sería una pareja.

La anti-pareja es alguien a quien te acercas siempre con curiosidad, alguien que no das por sentado. No le defines por el pasado, sino que le consideras siempre en tiempo presente, sintiendo su energía en el momento, aquí y ahora. Es alguien que exploras sin definir, disfrutas sin comparar, comprendes sin teorizar, amas incondicionalmente sin expectativas. Esta sólo es posible si hay “química” con la anti-pareja. Cada encuentro es un auténtico misterio que vale la pena vivir.

Las personas de la anti-pareja no necesitan convivir juntas. El tiempo y la forma en que comparten es una decisión consensuada de ambas partes. Se nutren, se consuelan, se aprecian, se aceptan, se experimentan y se aman, cada vez que así lo eligen de mutuo acuerdo. Si eligen vivir juntos deben estar muy alertas, porque los fantasmas de la inercia, el apego y la rutina podrían llevarlos, sin notarlo, a formar una pareja.

La anti-pareja no te esclaviza, no te ata ni limita. Si hablamos de amar la existencia, de amar el universo, de amar los ríos, las aves, la vida misma, entonces ¿qué sentido tiene amar exclusivamente a una y sólo una persona? El amor es expansivo, se multiplica y crece ilimitadamente. ¡Que las leyes del miedo a la vida no cercenen tu amor ilimitado e incondicional!

La anti-pareja es completamente fiel, pues está presente íntegramente, entregada en cuerpo y alma a la relación en cada encuentro. La mente, las emociones, los sentidos, se vuelcan a experimentar esos momentos. No hay mayor fidelidad que la del momento presente. El resto del tiempo, todos somos libres de elegir nuestra experiencia, siendo fieles a nuestro corazón.

La anti-pareja es libre, sin agendas. No hay compromisos ni responsabilidades a largo plazo. La vida nos va juntando o distanciando en la medida que sea apropiado. La cooperación en la anti-pareja nace sólo del deseo de cada uno de apoyar al otro, pero es estrictamente voluntario, no es una obligación. Si no nacen las ganas en tu corazón, no tienes por qué hacerlo y eso no debe generar juicio alguno por ninguna de las partes.

La anti-pareja es alguien que frente a ti se desnuda, se libera, se desinhibe. Desnudez de cuerpo y de alma. Sexo, ternura, compasión y aceptación ilimitada. Es alguien que puede y quiere mostrarse contigo como es. Alguien que te motiva a mostrarte como eres. Los dos puros, sin tapujos ni enmiendas, sin disimulo ni medias tintas, sin culpa ni vergüenza, seres auténticos confiando hermosa y eternamente el uno en el otro.

Cada persona en la anti-pareja sabe que es única, especial y que está en el camino de aceptarse a sí misma. La aceptación y el no-juicio son la base de la confianza en la anti-pareja, porque se trata de que cada quien sea tal como es. En la medida en que cada uno se sienta más a gusto, más auténtico, más real en la anti-pareja, así se sentirá también en todas las esferas de su vida.

Realmente siento y creo que es posible y necesario relacionarnos desde una nueva visión, para apoyar la ascensión planetaria y la realización del Cielo en la Tierra. La anti-pareja es una oportunidad para crear relaciones íntimas desde una nueva consciencia de amor y luz. Asimismo es una valiosa herramienta para el nuevo empoderamiento del ser humano.

Yo estoy decidido a formar anti-pareja, con una persona dispuesta a emprender conmigo esta aventura del espíritu. Si crees que esto es para ti o te gustaría profundizar en el tema, simplemente contáctame. Las oportunidades de crecimiento personal son enormes y sólo están disponibles aquí y ahora.

Un abrazo de luz

1 comentario:

*Ely* dijo...

Cuando uno piede al universo de esa manera... seguro el universo concede...solo hay que darse cuenta jajaja...

Todos los experimentos, experiencias tienen, como mencionas, posibilidades infinitas para nuestro crecimiento solo por eso vale la pena jugar a vivir.

Entiendo un poco más este tema hoy casi despues de un año de verlo publicado en Canal de Luz.